viernes, 6 de abril de 2012

Arrivederci muebles prehistóricos


La Semana Santa sigue su curso y todo parece estar igual que ayer pero yo sé que no. Algo ha cambiado y se avecinan buenos tiempos, se nos viene el sol encima, el calor, los colores y perdonadme si os digo que a mí ya me huele a playa. También veo muchísimo trabajo pero esos son esfuerzos que me traeran alegrías, a mí y espero que también a otros. Así que vamos al lío, que hay muchísimo que hacer.

Hace unas semanas, después de que saltara esta idea, me puse como una loca a buscar las llaves del piso que vamos a transformar y allí que me fui. El primer sentido que se me activó de golpe fue el del olor y pensé de inmediato: qué pestazo a perro. Porque sí, allí hubo perros viviendo aun sin el consentimiento de la propietaria, pero bueno, esa es otra historia aunque todavía me estremezco al pensar en lo que tuve que limpiar tras aquellos habitantes. A lo que vamos, olía muy mal.
El siguiente paso fue afrontar que el piso no se encontraba en muy mal estado pero estaba inaceptable en cualquier caso. Ha sido muy castigado por el uso de tantos años y por un par de inquilinos "descuidados". Los muebles eran viejos y estaban estropeados. En general, a primera vista, se mostraba muy luminoso, agradable y bien distribuido pero parece que dos minutos después comienzó a emerger su verdadera apariencia. Cada mueble me enseñó sus grietas, los armarios al relajarse desplazaron sus puertas, las sillas cojearon, las cortinas se llenaron de girones en cuanto me acerqué un poco y las lámparas perdieron las tulipas al mínimo roce. Inmediatamente decidí que aquello tenía que recibir un cambio radical que implicaba que todos aquellos muebles debían ir fuera.

En seguida me recomendó mi hermana Marta que acudiera a la ONG REMAR de Antequera, pueblo en el que todo esto se está desarrollando. Me dijo que ellos se encargarían de llevarse los muebles para luego exponerlos en la tienda y venderlos por cantidades simbólicas a personas con un bajo nivel adquisivo. ¡Y así lo hice! Les llamé, quedé con ellos y a los pocos días se presentaron en el piso dispuestos a partirse el lomo con todos aquellos pesadísimos muebles.
La verdad es que, después de echar un vistazo, vieron que la mayoría de los enseres no les eran de provecho pero había algunos muebles que sí les servían. Así que la solución consistió en abonar 50€ por llevarse todo lo inservible, que no era poco, al punto limpio y lo aprovechable a la tienda para ser vendido. He aquí la primera inversión económica para mis propósitos. Dolió soltar aquel papel amarillo pero mereció la pena. ¡Ahora tenemos un lienzo en blanco para pintar lo que queramos!
Lo único que hay en este momento en el interior son camas en las habitaciones, una por cada cuarto, los sofás del salón y los muebles de la cocina; punto. El siguiente paso es una limpieza bestial del piso y justo después, tomar las primeras fotos de nuestro diamante en bruto para empezar a pulir y, eso sí, meter algunas camas más.
¡Hala, hasta mañana!

2 comentarios:

  1. Me ha enganchado tu proyecto Ángela, te sigo!

    Un saludo, un compañero de la carrera.

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  2. Gracias! Espero que disfrutes del viaje ;)

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