jueves, 5 de abril de 2012

Vamos tía, lo que tú no puedas...

La verdad es que no creo haberme sentido así antes. Es que estoy tristísima, leche, lloro a la mínima presión. Supongo que me siento bastante atrapada y por qué no admitirlo, un poco inútil también. Vamos, que no soy muy de provecho ahora mismo para nada y para nadie. Pero sobre todo, lo que me mata, es que no me sirvo ni a mí misma con esta actitud y en esta situación. Por más que lo intento, la búsqueda de mi hueco laboral adecuado no da ningún resultado y he de reconocer que cuanto más pasa el tiempo y más negativas recibo, menos ganas tengo de seguir y más de bajar las persianas para ponerme una peli y que me trague la tierra.
No hay becas accesibles para estudiar en el extranjero ni aquí mismo; los buscadores de trabajo pasan de mi culo y mi precioso y completo currículum sirve de papel higiénico a las empresas de medio mundo (eso que se ahorran). La tristeza me invade y me aprieta el cuello cuando pienso: ¿para qué toda esa formación? Fue deprimente darme cuenta de que debía suprimir mis datos académicos del currículum si es que quería trabajar en hostelería, lo único que parece seguir funcionando. Porque eso sí, ya podemos estar sin trabajo, cancelando contratos de móviles, vendiendo los coches y las casas, evitando el Zara, comiendo espaguetis durante días pero nunca, jamás en la vida nos quitéis la caña y la tapa. Ese momento será el último y definitivo, entonces se abrirá el infierno y lloverá azufre. Si a un español le quitas su caña en la terraza, te lo has cargado. Nos da la vida, nos ayuda a serguir respirando y capeando el temporal. ¿De dónde se creen los políticos que sacamos la fuerza para seguir luchando y siendo estafados con buen humor? Pues claro, de la terraza, la tapa, el cigarrito, la gente pasando, las risas, las confidencias y la reunión.
Para mí ha llegado el momento crítico, la antesala de la depresión medicamente certificada: el no tener ni pa pipas. Y dejadme deciros, si es que alguno no lo ha experimentado alguna vez, que ese será el instante en el que tu cabeza te torturará, no descansa, no te dejará dormir, nunca parará, al igual que la maldita Samara jamás desfallecerá en su afán de matarte por dentro. Ya, ya, soy bastante exagerada desde siempre. Lo que quiero decir, es que en ese terrible momento en que empiezas a decir que no a las invitaciones de tus amigos para salir a tomar algo porque no tienes un chavo, ahí empezará el hundimiento y la negrura de Mórdor se cernirá sobre nuestro ánimo.
Soy muy consciente de que el problema afecta a un país entero que está pasándolas canutas, por no decir muy putas (que ya lo he dicho). Familias, Dios santo, familias con hijos y sin ingresos; parejas jóvenes que seguramente se irán al garete porque la ilusión del comienzo de una vida en común se ha transformado en la más dura de las pruebas y no estaban preparados; personas bien entradas en la madurez que han dado sus vidas, con todo lo que esa corta palabra conlleva, por sus trabajos y que de repente, se ven en la calle con una mano delante y otra detrás, pero sobre todo, con caras de incredulidad. ETC, ETC...
A pesar de este panorama horrible, he decidido que me tengo que sacar yo misma del pozo porque, como bien diría mi querida comadre Susana, como no te rescates tú sola no va a venir nadie a hacerlo. Cuánta razón, amiga.
Así que tras plantearme vender los muebles y las cosas inservibles de mi casa en el mercadillo, hacer fotografías del pueblo y vendérselas a los guiris en lo alto del mirador y demás ideas que me podrían aportar un dinerito, vi la luz cegadora de la solución definitiva.

1 comentario:

  1. Lo del mercadillo me parece una idea estupenda, puede ser de ropa, enseres,... todo aquello que no nos sirve y que sabes que es mucho, está a tu completa disposición. Aligeramos la casa y te sacas unos euros, un dos por uno...jeje
    Y lo de las fotos, me parece una estupenda idea. Eres un pedazo de artista y a los turistas les encantará llevarse una buena foto de Antequera. Tienes buenas ideas y eres muy currante, así que saldrás adelante, no me caba duda.
    Un besote, guapa. Te adoro.

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